Esta
semana he recibido la liquidación de las ventas de mi primer libro para adultos
y en castellano: “Cuna de amargo azúcar”. Lo confieso, me ha supuesto una gran desilusión, casi iría más allá: una gran
DECEPCIÓN personal e íntima.
No
esperaba para nada unas ventas millonarias, ni milenarias, pero sí, y humildemente, centenarias:
sinceramente, creí que superaría los quinientos ejemplares, y no ha sido así,
no he llegado.
La
desilusión acompaña al sentimiento de fracaso cuando me vuelvo a sentar delante
del teclado buscando la pasión que me ayude a dar forma a una nueva frase.
¿Vale
la pena el sacrificio en tiempo, esfuerzo y emociones que supone la escritura
de un libro ante los pírricos resultados?
Es
evidente que, en caliente, la respuesta es NO.
¿Realmente
es un libro literariamente insuficiente?
Yo
creo que la poesía se reparte por sus descripciones, las emociones por sus
diálogos, y la sinceridad, por su argumento.
Otra
pregunta que podría lanzar al ciberespacio de mi blog sería:
¿Ha
hecho la editorial una apuesta sincera por el libro? ¿Ha invertido en su
promoción? ¿Hemos sabido unos y otros venderlo?
Evidentemente
también es un NO rotundo la respuesta.